Salmo 129 (128): Esperanza de un pueblo oprimido



¡Cuánta guerra me han hecho desde mi juventud
-que lo diga Israel-,
cuánta guerra me han hecho desde mi juventud,
pero no pudieron conmigo!

En mis espaldas metieron el arado
y alargaron los surcos.
Pero el Señor, que es justo,
rompió las coyundas de los malvados.

Retrocedan avergonzados,
los que odian a Sión;
sean como la hierba del tejado,
que se seca y nadie la siega;

que no llena la mano del segador
ni la brazada del que agavilla;
ni le dicen los que pasan:
"Que el Señor te bendiga."

Os bendecimos en el nombre del Señor.

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El tono del salmo es elegiaco, pero en su contenido ideológico sustancial es un canto de acción de gracias a Yahvé, que ha liberado al pueblo elegido de los impíos que conspiran contra él. El estilo es similar al del salmo 124. En ambos salmos habla Israel, personificado en un justo que sufre las embestidas de gentes desaprensivas. La situación de los tiempos de Esdras y de Nehemías (s.V) explica bien las quejas del salmista, que pide a Yahvé justicia contra los opresores de su pueblo. En la composición no se alude para nada a las infidelidades de Israel, sino que se insiste en su historia de perseguido por los pueblos paganos. La súplica de castigo para ellos es moderada y está muy lejos de las imprecisiones radicales de otras composiciones del Salterio. Sólo se pide que los enemigos sean confundidos y vueltos atrás para que no se lleven a cabo sus pérfidos proyectos de exterminio sobre el pueblo de Dios.

Desde el punto de vista literario, este salmo es "una elegía muy afín al pequeño cántico de acción de gracias del salmo 124. Es más calmoso, más dulce de tono y más melancólico. Muy discreto en su cólera y su queja."1 Las metáforas, tomadas de la agricultura, son bellas e insinuantes.

Las tribulaciones de Israel.

1 Cántico gradual.
"Mucho me han atribulado desde mi juventud"; diga Israel: 2"Mucho me han atribulado desde mi adolescencia, pero no prevalecieron contra mí." 3Aradores araron sobre mis espaldas, trazando largos surcos. 4 Pero es justo Yahvé, y rompió las coyundas de los impíos. 5 Sean confundidos y vuélvanse atrás todos los que aborrecen a Sión. 6Sean como la hierba de los tejados, que se seca antes de granar; 7 de la que no llena su mano el segador, ni su regazo el que recoge las gavillas, 8 ni dicen de ella los transeúntes: "La bendición de Yahvé sobre vosotros; os bendecimos en el nombre de Yahvé."

El salmista pone en boca de Israel como colectividad nacional las quejas por su accidentada y atribulada historia. La vida de la nación comenzó en las estepas del Sinaí después de la liberación de Egipto . Numerosos son los enemigos que se han levantado contra el pueblo elegido: primero los egipcios, después los amalecitas, los edomitas, los moabitas y, finalmente, los cananeos. Una vez establecidos en la tierra de promisión, las luchas se sucedieron con los filisteos, los madianitas, los amonitas, los asirios, para sucumbir ante la avalancha del ejército de Nabucodonosor.

La prueba de la cautividad fue particularmente dura, porque supuso la pérdida de la conciencia nacional. El salmista piensa en todas estas opresiones y calamidades que se cernieron sobre el pueblo de Dios a través de los siglos, pero parece aludir también a las hostilidades presentes, quizá de parte de los samaritanos y amonitas, que en los tiempos de la dominación persa hostigaron constantemente al pueblo judío en su obra de reconstrucción nacional y religiosa.

Desde la adolescencia — 'los tiempos de la estancia en el desierto y de la instalación en Canaán —, Israel fue sometido a una serie de pruebas: ha sido como un campo de labor en el que sus enemigos araron, trazando surcos profundos y tendidos.

Los conquistadores antiguos solían arar materialmente las ciudades de los vencidos para que no volvieran a levantarse. Así hicieron los romanos después de la toma de Jerusalén por Tito en el año 70 de la era cristiana. En el lenguaje del salmista, la palabra arar tiene un sentido metafórico, pues los surcos son trazados sobre las espaldas de Israel.

Pero las pruebas fueron transitorias, ya que Yahvé los libró de ellas, rompiendo las coyundas de los impíos opresores. El salmista sigue la metáfora del que ara: una vez que ha roto las coyundas de los animales de labor, los opresores no pudieron continuar su trabajo. El símil puede aludir también a las coyundas impuestas por los pueblos invasores al pueblo israelita. Yahvé ha roto esta servidumbre ignominiosa, dando respiros temporales al pueblo elegido.

En la situación actual, el salmista desea que de nuevo intervenga el poder de Yahvé para frustrar los aviesos designios de los enemigos de Israel, que se aprestan a oprimirle de nuevo. Los compara a hierba de los tejados, que, por no echar raíces profundas, se seca sin que dé grano ; por ello, los segadores no paran mientes en ella, ni merece la bendición de los transeúntes, pues de nada sirve.

Del mismo modo, los que intentan oprimir de nuevo a Israel deben quedar frustrados en sus propósitos de exterminio.

1 J. Calés, o.c., II 490. — 2 Cf. Os 2:3.15; 11:1; Jera,2. — 3 Cf. Is 51:23 — 4 Cf. Sal 51:14; Is 45:21. — 5 Cf. Is 38:27; Mt 13:5.


129 Género y colocación. Acción de gracias con súplica.

El orante mira al pasado y da gracias por las veces que el Señor lo ha librado. Mira a los causantes del mal y pide a Dios que le haga justicia. Por la hostilidad recordada, es parejo del 120; con menos dramatismo, es gemelo del 124.

Imágenes.
El autor utiliza de modo original dos imágenes agrarias: arar y segar. La primera es de interpretación dudosa: las espaldas del orante son el campo "arado" a latigazos; el orante es el buey o la novilla que ha de arrastrar el arado.
a) Los opresores "alargan" cruelmente esos "surcos" en la carne, hasta que un día el Señor les rompe las correas con que aran. Esta explicación de romper las correas es extraña e improbable.
b) Arar representa el trabajo lucrativo de los opresores que, por codicia, lo "prolongan" para sacarle más provecho. En vez de uncir animales, obligan a los cautivos a tirar del arado. Las correas simbolizan la esclavitud: Dios las romperá: véanse Is 5,18; Jue 14,18; 39,10-12.

La segunda imagen es clara: los culpables son castigados a un crecimiento malogrado, a una aridez sin fruto.
129,1 "Desde la juventud" de la nación: Jr 2,2.
129,2 "No me pudieron": vale para el caso de Senaquerib, no para el de Nabucodonosor; a no ser que piense en la continuidad del pueblo a pesar del destierro.
129,4 La cautividad o su prolongación era injusta.
129,5 Véanse Sal 40,15; 70,3; Is 42,17.
129,6 "Hierba de azoteas" es hiperbólico respecto a la comparación corriente "como hierba"; compárese con Is 37,27.
129,8 Bendición de vegetales: Gn 27,27; Dt 28,4; Is 65,8.

Trasposición cristiana.
La clave es la equivalencia simbólica de Sión con la Iglesia. Perseguida y salvada desde sus comienzos. Con los ejemplos antiguos se consuelan y esperan los que ahora viven.

TRADUCCIÓN Y COMENTARIOS POR L.A SCHÖKEL, JUAN MATEOS Y JOSE MARÍA VALVERDE.