Este poema es un severo reproche contra los jueces inicuos, que con sus decisiones arbitrarias fomentan la violencia y la injusticia en la sociedad. Después de una invectiva llena de sarcasmo (vs. 2-3), el Salmo describe la inconducta de los jueces y su obstinación en el mal (vs. 4-6), y lanza contra ellos enérgicas imprecaciones (vs. 7-10). Por último, anuncia la alegría que experimentarán los justos cuando se manifieste la justicia de Dios (vs. 11-12).
Hay un Dios que hace justicia
58:1 Del maestro de coro. "No destruyas". De David. Mictán.
58:2 ¿Acaso ustedes, los poderosos,
pronuncian realmente sentencias justas
y gobiernan a los hombres con rectitud?
58:3 ¡No! Ustedes cometen injusticias
a plena conciencia
y favorecen la opresión en la tierra.
58:4 Los impíos están extraviados
desde el seno materno;
desde su nacimiento se descarriaron los impostores.
58:5 Tienen un veneno semejante al de las víboras;
son como una serpiente sorda, que cierra los oídos,
58:6 para no oír la voz del encantador,
la voz del mago que ejerce su arte con destreza.
58:7 Rómpeles, Dios mío, los dientes en la boca;
arráncales, Señor, esos colmillos de leones.
58:8 Que se diluyan como agua que se evapora;
que se marchiten como hierba pisoteada.
58:9 Sean como una babosa que se deshace al pasar,
como un aborto de mujer que no llegó a ver el sol.
58:10 Que los arrastre el vendaval —verdes o quemados—
antes que produzcan espinas como una zarza.
58:11 El justo se alegrará al contemplar la Venganza
y lavará sus pies en la sangre de los impíos.
58:12 Entonces dirán los hombres:
"Sí, el justo recibe su recompensa;
sí, hay un Dios que hace justicia en la tierra".
Salmo 58 (Vg 57): Imprecación Contra los Jueces Injustos.
El estilo es vigoroso y atrevido, con un marcado sello profetice: denuncia abierta de los abusos de la clase dirigente y anuncio de su caída. Destaca en esta composición salmódica, por el vigor y brillo del estilo, la originalidad y lo pintores de sus imágenes, la libertad y, a la vez, la regularidad clásica de su desarrollo: apostrofe indignado a los malos jueces; reflexión sobre la profundidad de su perversidad congénita e incurable; plegaria para que no puedan dañar; predicción profética de su próximo aniquilamiento; cálculo de los resultados que se han de esperar de este castigo bien merecido." 1
El título atribuye a David la paternidad de este salmo, como es ley en gran número de salmos; pero es difícil suponer en boca de David esta diatriba contra los jueces injustos, pudiendo él tomar las medidas pertinentes para corregir los abusos como responsable de la vida político-judicial de la nación. Por otra parte, los abusos que aquí se denuncian coinciden con los fustigados por la predicación de los grandes profetas: Amos, Oseas, Isaías y Jeremías 2; incluso parece que hay concomitancias literarias con textos del Deutero-Isaías 3; todo lo cual aboga por una composición postdavídica del poema. Algunos autores creen sorprender alusiones de índole escatológica. Se trataría, no de las injusticias de los jueces de Israel, sino de la pugna entre el bien y el mal en el mundo, y así nos encontraríamos con un diálogo teológico dramatizado en el que intervienen el sentido providencialista de la historia y los obstáculos que se oponen a la implantación del reinado de justicia y equidad en la sociedad humana. En ese supuesto, los elohim o "dioses," que comúnmente se identifican con los jueces de la sociedad israelita, serían más bien los espíritus perversos demoníacos, que se oponen al triunfo de la virtud en la sociedad. En ese caso, el salmo 58 sería paralelo al 82, donde se plantea el problema de la permisión de la injusticia en la vida social. Si, efectivamente, los elohim de ambos salmos (en Sal 82:1 forman el cortejo de Dios) son fuerzas superiores que se oponen a la implantación de la justicia en el mundo, nos encontraríamos aquí con una dramatización de fuerzas al estilo de la escenificación propuesta por el autor del libro de Daniel, donde aparecen los representantes de los intereses de Persia y Grecia oponiéndose a la implantación del "reino de los santos" (Israel) en la historia 4. Si admitimos esta interpretación del salmo, no cabe duda que en él hay implicaciones de índole escatológica, y su composición habría que retrasarla a los últimos siglos del judaismo del A.T. 5
1 Al maestro del coro. Sobre: "No destruyas." Miktam. De David 6. 2 ¿Hacéis justicia en verdad, oh jueces? 7 ¿Juzgáis rectamente a los hijos de los hombres? 3 Más bien a sabiendas obráis la iniquidad 8; vuestras manos hacen que en la tierra domine la violencia 9. 4 los impíos se han desviado desde el seno (materno); los mentirosos se han extraviado desde el vientre. 5 Tienen veneno como de serpientes, cual áspid sordo, que cierra su oído 6 para no oír la voz de los encantadores, del encantador hábil en encantaciones.
El salmista inicia su reprimenda ex abrupto, apostrofando a gentes aviesas y malignas, como en Sal 52:3. Generalmente, los autores modernos interpretan la palabra hebrea 'elim o elohim por jueces, como se les llama en otros lugares de la Biblia 10. Los jueces, como representantes de Dios, reciben este nombre de elohim, común en las lenguas cananeas para designar los seres divinos 11. Sin embargo, no faltan autores que en el salmo dan a la palabra el sentido de ser supranatural, equivalente de algún modo a "ángel" 12. Al menos, la palabra elohim tiene no pocas veces este sentido de colaborador de Dios en el gobierno del mundo 13. En este supuesto, el salmista se encararía con una especie de seres suprahu-manos que, en lugar de colaborar con Dios en la implantación de la justicia en la sociedad, no hacen sino estorbar su acción providente y benéfica. El contexto, sin embargo, parece favorecer la primera interpretación; es decir, el salmista apostrofa a los jueces — representantes de Dios en la administración de la justicia — por haber pervertido el derecho sistemáticamente, haciendo caso omiso de la ley divina. En realidad, el término puede aplicarse en general a los representantes de Dios en la sociedad: reyes, jueces, gobernadores, responsables de la dirección de la vida social, que debe asentarse sobre las bases de la justicia.
Los jueces inicuos, lejos de obrar con rectitud, fomentan la iniquidad, pues no castigan a los malvados, que triunfan con sus ardides sin escrúpulos morales y religiosos. Como consecuencia de esta falta, de administración de la justicia, en la tierra domina la violencia (ν.5). Miqueas apostrofa asν a los injustos directores de la sociedad: " ΅Ay de los que en sus lechos maquinan la iniquidad, que se preparan a ejecutar en amaneciendo, porque tienen en sus manos el poder!"14 En realidad, esta maldad es innata en los jueces inicuos, pues se han desviado desde el seno (v.4) 15. Son malos por constitución, como las serpientes son venenosas por naturaleza. Su malicia no parece, pues, desenraizable, pues les es congénita. Como el áspid cierra sus oídos al canto de los encantadores, así ellos no hacen caso de las amonestaciones de los que les hablan en nombre de Dios, como son los profetas 16.
Imprecaciones contra los impíos y rehabilitación del justo (7-12).
7 Quiébrales, ¡oh Dios! los dientes en la boca; rompe, ¡oh Yahvé! las quijadas de estos leoncillos. 8 Desaparezcan como agua que se va, que se marchiten como musgo que se pisa 17; 9 sean como el caracol, que se deslíe caminando; como aborto de mujer, que no ve el sol. 10 Antes que vuestras calderas sientan el fuego de las espinas, verdes o secas, lléveselas el torbellino 18. 11 Se alegrará el justo al ver el castigo, bañará sus pies en la sangre del impío. 12 Y dirá cada uno: "¡Hay premio para el justo, hay un Dios que hace justicia sobre la tierra!"
Ante tanta perversión, ya congénita y sin remedio, el poeta — llevado del celo por el reinado de la justicia en la sociedad — pide a Dios que intervenga e inutilice las artimañas de los malvados. Los compara a leoncillos que están ávidos de la presa (los justos indefensos) 19, y, siguiendo la metáfora, pide que se les rompan los dientes y quijadas, para que sean inofensivos. Por su insidia, antes los comparó a la serpiente; ahora, por su ferocidad, los asemeja a fieras salvajes 20. Con nuevas metáforas expresa el deseo de que desaparezcan los malvados de la sociedad: como agua que se va filtrada o por evaporación, o como torrente que dura sólo bajo el efecto de una súbita tormenta de agua y se pierde pronto por los despeñaderos, quedando seco de nuevo el lecho o "wady"; como musgo, que se marchita pisado por el caminante; como caracol, que se deslíe caminando, pues, según la estimación popular, parece que se deshace en baba al caminar, perdiendo energías constantemente a medida que avanza; como aborto, que muere antes de ver el sol 21. La última metáfora es más difícil de explicar, pues el texto original es oscuro; pero, suponiendo la traducción que hemos adoptado y tomando la frase como un proverbio popular, parece que el sentido es el siguiente: el beduino reúne hojarasca y zarzas como combustible para cocer la comida en la olla; pero, cuando las ramas están empezando a calentar la caldera, viene una ráfaga de aire en turbión y lo lleva todo por delante, sin que pueda aprovecharse nada de lo preparado. Así, el salmista desea que el turbión de la ira divina lleve a los jueces impíos antes de que pongan en práctica sus aviesos designios 22.
El castigo y la desaparición de los malvados directores de la sociedad representará el triunfo y la liberación del justo atribulado y arrinconado: se alegrara el justo, porque ello significa también la manifestación de la justicia divina ultrajada. La mortandad será tal, que el justo podrá bañar sus pies en la sangre del impío (v.11). La frase es estremecedora, y ha de entenderse dentro del género literario hiperbólico oriental, tan usado en la Biblia 23. La causa del salmista es la de Dios; pero, en su mentalidad viejotestamentaria, su sensibilidad humana no ha llegado a las alturas del mensaje evangélico, que gira en torno al perdón de los enemigos. El justo atribulado del A.T. tiene ansias de revancha, mientras que el justo del N.T., cuanto más sufre, más perdona al que le hace sufrir. Es una nueva perspectiva abierta por la frase de Cristo en la cruz: "Perdónalos, porque no saben lo que hacen" 24. El protomártir del cristianismo, el diácono Esteban, cierra sus ojos a la vida con esta frase sublime en sus labios: "Señor, no les tengas en cuenta este pecado" 25. Pero esto es explicable sólo a la luz cegadora de la revelación evangélica. No debemos, por tanto, exigir esta elevación de miras en un estadio de revelación muy inferior, como era el del A.T. La rudeza de costumbres de la época y la falta de una esperanza de retribución en ultratumba hacían que los justos del A.T. compartieran puntos de mira que hoy — después de la revelación evangélica — no podemos admitir. Pero tampoco es justo juzgar la moralidad del A.T. conforme a la mayor sensibilidad religiosa del N.T. El castigo de los malvados será la prueba de que existe una retribución y un premio para el justo en esta vida. Todos reconocerán que en efecto existe una Providencia en la vida que hace justicia sobre la tierra (v.1a). Esta confianza en la manifestación de la justicia divina en la vida aparece constantemente en el Salterio 26. Carentes de luces sobre el más allá, los justos del A.T. esperaban la retribución a su virtud en esta vida, bien en sus personas o en sus descendientes 27.
1 J. Calés, o.c., I 564. — 2 Cf Is 1:23; 5:23; 56:10; Jer 5:27; Ez 22:27; Am 5:7; 6:12; Miq 5, 11 Sof 3:3; Hab 1:4; Ecl 3:16. — 3 Cf. Is 44:6-9; 45:5-7. — 4 Cf. Dan 10,13.20-21; 12:1. — 5 Véase la argumentación de E. Podechard, I 254-55, que parece inclinarse por esta interpretación. — 6 Sobre el sentido de estos títulos véase com. a Sal 4:1; 57:1· — 7 El TM lee 'elem, que significa "mudo." Así el Targum traducía: "¿Es que quedando mudos es como juzgáis?" Los LXX y Vg: "veré" (leen 'ülám). Los exegetas modernos unánimemente leen 'eíím (dioses: elohim); cf. Sal 82,ib. — 8 Lit. "cometéis iniquidades en el corazón." En la Biblia, el corazón es el asiento de la conciencia, de la reflexión y de las afecciones. — 9 El TM lit.: "Vosotros pesáis la violencia con vuestras manos." — 10 Así opinan Nowack, Graetz, Delitzsch, Baethgen, Duhm, Satárk, Kittel, Kónig, lierkenne, Calés, Kirkpatrick, etc. — 11 Cf. M. J. Lagrange, Eí et Jahvé: RB 12 (1903) 265; id., Études sur les religions sémitiques (París 1905) 70-83; Biblia comentada I (1960) 47-48. Cf. Ex 21:6: 22 7-8·2 Sam 14:17; Zac 12:8; Ez 28:12-14. — 12 Así opinan Wellhausen, Gunkel, Bertholet, Schmidt, Podechard. — 13 Cf. Jos 5:14; Is 26:7-11; Dt 4:19-23; 34:25; 32:8-9 (t.gr.); Eclo 17:17; Job 1:6-12; 2:1s; Sal 8:6; 29:1-2; 95:3; 97:7; 103:20; 148:2. — 14 Cf. Miq 2:1. — 15 Cf. Jue 13:7; Gen 8:21. — 16 Cf. Sal 140,4; Is 3:3; Jer 8:17; Ecl 10,11; Eclo 12:13; Dt 18:11. Véase el art. Char-meurs en DBV. — 17 Lit. el TM: "él tensará su flecha" (kethib) o "sus flechas" (qeré). Los LXX: "extenderá su arco hasta que los impíos sean abatidos." Nuestra traducción se basa en una corrección del texto seguida por Podechard, Calés, Bit," efe Jer. — 18 El TM es intraducibie: "Antes que vuestras calderas sientan la zarza, tanto al viviente como el enojo lo llevará en un torbellino." Los LXX:_ "Antes que vuestras espinas hayan podido comprender la zarza, se os engullirá como vivientes, como en un movimiento de cólera." Así la Vg. Nuestra traducción se basa sustancialmente en una reconstrucción propuesta por Duhm y seguida por muchos autores modernos. Bib de Jer.: "Antes que broten las espinas como la zarza: verde o quemado, que lo lleve la cólera tempestuosa." NP: "Prius-quam ollae vestrae senserint veprem, dum est viridis, aestus turbinis abripiat eum." — 19 Cf. Sal 3:8; Job 4:10; Prov 30,14. — 20 Cf. Sal 17:12; 34:11; 91:13. — 21 Cf. Job 3:18; Sal 1:4; Ecl 6:3-5. — 22 Cf. Os 7:4s; Is 33:12; Ecl 7:6; Job 27:21. — 23 Cf. Sal 41:11-12; 68:24; Job 29:6. — 24 Lc 23:34. — 25 Cf. Act 7:60. — 26 Cf. Sal 8:12s; g,8s; 11:55; Lc 18:8s. — 27 Sobre este problema véase E. Sutcliffe, Dios y el sufrimiento en el Antiguo y Nuevo Testamento (Barcelona 1959) 94-136; M. García Cordero, La tesis de la sanción moral y la esperanza de la resurrección en el libro de Job: XII Semana Bíblica Española (Madrid 1952) 573-594.