Salmo 57 (56) Oración de un hombre perseguido



1 Del maestro de coro. "No destruyas". De David. Mictán. Cuando, huyendo de Saúl, se escondió en la cueva.

  Súplica confiada
 2 Ten piedad de mí, Dios mío, ten piedad, porque mi alma se refugia en ti; yo me refugio a la sombra de tus alas hasta que pase la desgracia.
 3 Invocaré a Dios, el Altísimo, al Dios que lo hace todo por mí:
 4 él me enviará la salvación desde el cielo y humillará a los que me atacan. ¡Que Dios envíe su amor y su fidelidad!
 Pausa
 5 Yo estoy tendido en medio de leones que devoran con avidez a los hombres; sus dientes son lanzas y flechas, su lengua, una espada afilada.
 6 ¡Levántate, Dios, por encima del cielo, y que tu gloria cubra toda la tierra!

  Acción de gracias
7 Ellos tendieron una red a mi paso,
para que yo sucumbiera;
cavaron una fosa ante mí,
pero cayeron en ella.

Pausa
8 Mi corazón está firme, Dios mío,
mi corazón está firme.
Voy a cantar al son de instrumentos:
9 ¡despierta, alma mía!
¡Despierten, arpa y cítara,
para que yo despierte a la aurora!

10 Te alabaré en medio de los pueblos, Señor,
te cantaré entre las naciones,
11 porque tu misericordia se eleva hasta el cielo
y tu fidelidad hasta las nubes.

12 ¡Levántate, Dios, por encima del cielo,
y que tu gloria cubra toda la tierra!

El estribillo de los vs. 6 y 12 sirve de conclusión a la dos partes que componen este Salmo. La primera (vs. 2-5) es la súplica de un hombre perseguido, que se refugia en el Señor para verse libre del peligro. La segunda (vs. 7-11) es un canto de acción de gracias: una vez pasada la adversidad, el salmista quiere anticiparse a la aurora (v. 9), para alabar el amor y la fidelidad del Señor (v. 11). La parte final de este Salmo (vs. 8-12) se vuelve a encontrar, casi sin ninguna variante, en el Salmo 108. 2-6.

Salmo 57 (Vg 56): Oración Confiada del Justo.


Este poema es muy semejante al anterior por el argumento y la disposición general de sus partes. En él expansiona sus sentimientos un alma atribulada e incomprendida que, además, es hostigada por feroces enemigos, que se abalanzan como fieras ansiosas de su vida."Como el salmo anterior, éste también refleja la profunda confianza del justo perseguido, el cual está seguro de que Dios no le ha de abandonar en el peligro en que se halla. El acento tiene un matiz de triunfo que no encontramos en la composición poética anterior. También aquí aparecen sistemáticamente repetidas determinadas palabras, sin duda para recalcar más las ideas, aun a costa de la monotonía. El poema contiene dos estrofas, predominando el ritmo del paralelismo sintético.

Los v.8-12 (acción de gracias) coinciden con los v.2-8 del salmo 108, lo que parece sugerir que este segundo fragmento del salmo tuvo existencia independiente antes de ser juntado a la primera parte (2-7). Con todo, es difícil determinar la época de composición del salmo actual. Según el título, el poema se debe al propio David, perseguido y oculto en la gruta de Adullam 1. Los críticos modernos suponen un origen más tardío de la composición.

Súplica confiada a Dios (1-6).


 

1 Al maestro del canto. Sobre "No destruyas." Miktam. De David, cuando huyó delante de Saúl en la caverna 2. 2 Ten piedad de mí, ¡oh Dios! ten piedad de mí, porque a ti he confiado mi alma y me ampararé a la sombra de tus alas mientras pasa la desgracia. 3Yo invocaré al Dios Altísimo, al Dios que me favorece 3. 4 El mandará de los cielos y me salvará, y confundirá a los que me acosan. Seláh 4. Mandará Dios su gracia y verdad. 5 Mi alma está en medio de leones, yazgo entre hombres encendidos (en furor) 5, cuyos dientes son lanzas y saetas, cuya lengua es tajante espada 6 Álzate, joh Dios! allá en lo alto de los cielos y haz esplender sobre toda la tierra tu gloria.

Como en el salmo anterior, el poeta pide la ayuda de Dios en los críticos momentos de angustia en que se halla. La súplica tiene un aire marcado de confianza. Siempre ha estado al abrigo de las alas protectoras de Yahvé, que, como sombra bienhechora, le libra de las inclemencias de la vida. El salmista concibe aquí a su Dios como un ave que maternalmente esconde a sus polluelos bajo sus alas. Cuando sobreviene algún peligro, éstos acuden a su refugio seguro. Este símil es muy corriente en la literatura bíblica 6. El salmista, pues, mientras pasa la desgracia, acude al refugio seguro, que es su Dios providente y fiel a sus promesas de protección al que se le confía.

Su poder está garantizado, porque es el Altísimo 7, que habita en la cúspide de los cielos y desde allí gobierna el mundo y controla los acontecimientos de las vidas de los hombres. Desde su atalaya domina la panorámica de la historia, y nada se oculta a sus ojos, que escudriñan lo más secreto de los corazones 8. Particularmente está atento a las vicisitudes de los que son sus íntimos, sus fieles cumplidores de la Ley; a éstos les favorece, y, a pesar de hallarse en la cúspide de la morada celestial — sobre la bóveda celeste, la región empírea de los griegos —, está atento a las necesidades de los suyos. Por eso, en el momento oportuno mandará su ayuda para salvar al justo atribulado (v.4.) y confundir y avergonzar a los enemigos que le acosan. Los emisarios del Dios providente serán su gracía y verdad, que constituyen la garantía de la fidelidad de Dios a las promesas de ayudar al que le sea fiel.

Con toda viveza describe a sus enemigos, que le acechan como leones ávidos de la presa 9. Sus dientes son como mortales saetas; sus calumnias c insolencias hieren y penetran en el corazón del angustiado justo perseguido 10. En medio de tanta hostilidad que le circunda, sus ojos se levantan al Dios que habita en lo más alto de los cielos y desde allí contempla el ataque de sus enemigos; en sus ansias de salvación y de justicia, pide a Dios que se manifieste en su plena majestad y muestre esplendorosamente su gloria, castigando tanta insolencia 11. La manifestación de su justicia redundará en su propia gloria, pues todos serán testigos de su poder y protección a la virtud.

Liberación: acción de gracias (7-12).

7 Tendieron una red a mis pies para que sucumbiera 12; cavaron ante mí una fosa; fueron ellos los que cayeron en ella. Seláh. 8 Pronto está mi corazón, ¡oh Dios! está mi corazón dispuesto a cantar y entonar salmos. 9 ¡Despierta, gloria mía; despierta, salterio y cítara, y despertaré a la aurora! 10 Te alabaré entre los pueblos, ¡oh Señor! te cantaré salmos entre las naciones. 11 Porque sobrepasa a los cielos tu benignidad, y a las nubes tu fidelidad. 12 Álzate, ¡oh Dios! en lo alto de los cielos; haz esplender en toda la tierra tu gloria.

Conforme al esquema estereotipado de estos salmos deprecatorios, después de solicitar la ayuda del Omnipotente, el poeta describe la realización de sus esperanzas. Son composiciones hechas "post factum," y por eso el cambio de situaciones se sucede artificialmente como en un film cinematográfico. La actualización dramática de las escenas pasadas sirve de ocasión para destacar ante las asambleas litúrgicas del pueblo la protección divina sobre sus fieles amigos. En efecto, el salmista destacó cómo se manifestó la justicia divina, haciendo caer a sus enemigos en las redes que le habían tendido y en la fosa que le habían cavado. Antes había declarado que le espiaban y estaban al acecho, y ahora, siguiendo el símil de los cazadores, que preparan emboscadas a la presa, proclama la derrota definitiva de los que han sido burlados en sus planes por la intervención de Dios 13. El corazón del salmista se esponja ante la derrota de sus adversarios, y se dispone a entonar salmos de acción de gracias a su Salvador. Poéticamente invita a su alma — gloria mía — a entonar cantos de júbilo al son del salterio y de la citara (V.9). Poéticamente declara que está dispuesto a despertar a la misma aurora con sus instrumentos musicales. De ordinario, la aurora es la que despierta al poeta para que entone cánticos en honor de Yahvé; aquí es el poeta el que se adelanta a la aurora, porque no puede retener el júbilo que le embarga. El poeta romano llamaba al gallo despertador de la aurora: "Vigilales... evocat auro-ram" 14; el salmista ahora es el despertador del nuevo día que se anuncia de triunfo por haber sido salvado del peligro. Job habla de los "parpadeos de la aurora"15; esta personificación del albor del día es corriente en la literatura poética bíblica 16.

La perspectiva del salmista se ensancha, pues no sólo quiere cantar los portentos de su Dios Salvador en medio de su pueblo, sino que aspira a darlos a conocer a los pueblos y naciones gentílicas (v.10). Aunque en estas frases no hay alusiones claras mesiánicas, sin embargo, su entusiasmo lírico se desborda y empalma con otras tradiciones universalistas de la literatura profética y sapiencial17. En realidad, la concepción monoteísta estricta llevaba lógicamente al universalismo, ya que el Dios de Israel es el Señor de toda la creación y de todos los pueblos; aquí el salmista declara que su benignidad sobrepasa a los cielos, y su fidelidad a las nubes. No sólo llenan la tierra, sino que traspasan el horizonte cósmico del hombre. Esta amplitud de la grandeza divina exige un canto que desborde también todos los ámbitos nacionales. Conforme a esta perspectiva, el salmista repite de nuevo el estribillo, pidiendo que se manifieste en lo alto de los cielos, haciendo esplender su gloria en toda la tierra. En el v.6 era una súplica para manifestar su justicia punitiva sobre sus enemigos que le cercan; ahora, en cambio, la panorámica se ensancha, pues pide que la gloria o manifestación gloriosa y rutilante de Yahvé llene toda la tierra, después de haber manifestado su justicia vengadora sobre los impíos.
1 Cf. Sam 22:1s. — 2 Cf. Sam 22:1s; 24:1-8. El No destruyas debe de ser el principio de una canción conocida. Sobre las demás indicaciones véase com. a Sal 4:1; 10.1. — 3 Así según los LXX. El TM lit.: "que cumple sobre mí." — 4 La Vg y los LXX: "dedit in opprobrium conculcantes me." El TM lit.: "el que busca atraparme, blasfema." Bib. de Jér.: "Que Dios confunda al que me hostiga." NP: "Opprobriis afficiat eos qui me persequuntur." — 5 Lit. el TM: "Yo estoy echado entre gentes que lanzan llamas..." Bib. de Jér.: "Mi alma está echada entre leones, que devoran los hijos de los hombres." — 6 Cf. Sal 17:9; 36:8; 41:5; 43:8; 91:5; Rut 2:12; Mt 23:37. — 7 Cf. Sal 7:18; 78:36; 83:19. — 8 Cf. 1 Par 28:9; Jér 17:10. — 9 Cf. Sal 7:3; 10:10; 17:13. — 10 Cf. Sal 42:11; 52:3; 58:7; 64:4; Prov 30,14. — 11 Cf. Sal 11:55; 36:63; 21:14; Is 2:11s. — 12 Lit. el TM: "se ha encorvado mi alma." Los LXX y Vg: "incurvaverunt animam meam." Bib. de Jér.: "Mi alma ha — sido encorvada." NP: "Depresserunt animam meam." — 13 Cf. Sal 7:16; 9:163; 35:8; Ez 19:4; Ecl 10,8. — 14 Ovidio, Metamorph. XI 597; el juglar del Mío Cid viene a decir lo mismo: "apriesa cantan los gallos e quieren crebar albores..." (I 14). — 15 Job 3:9. — 16 Cf. Is 14:12; Job 41:10; Sal 139:9. — 17 Cf. Sal 36:6; Ef 3:18.




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