Salmo 71 (70): Tú, Señor, fuiste mi esperanza desde mi juventud


A ti, Señor, me acojo:
no quede yo derrotado para siempre;
tú que eres justo, líbrame y ponme a salvo,
inclina a mí tu oído, y sálvame.

Se tú mi roca de refugio,
el alcázar donde me salve,
porque mi peña y mi alcázar eres tú.

Dios mío, líbrame de la mano perversa,
del puño criminal y violento;
porque tú, Dios mío, fuiste mi esperanza
y mi confianza, Señor, desde mi juventud.

En el vientre materno ya me apoyaba en ti,
en el seno tú me sostenías,
siempre he confiado en ti.

Muchos me miraban como a un milagro,
porque tú eres mi fuerte refugio.
Llena estaba mi boca de tu alabanza
y de tu gloria, todo el día.

No me rechaces ahora en la vejez,
me van faltando las fuerzas, no me abandones;
porque mis enemigos hablan de mí,
los que acechan mi vida celebran consejo;
dicen: "Dios lo ha abandonado;
perseguidlo, agarradlo, que nadie lo defiende."

Dios mío, no te quedes a distancia;
Dios mío, ven aprisa a socorrerme.
Que fracasen y se pierdan
los que atentan contra mi vida,
queden cubiertos de oprobio y vergüenza
los que buscan mi daño.

Yo, en cambio, seguiré esperando,
redoblaré tus alabanzas;
mi boca contará tu auxilio,
y todo el día tu salvación.
Contaré tus proezas, Señor mío,
narraré tu victoria, tuya entera.

Dios mío, me instruiste desde mi juventud,
y hasta hoy relato tus maravillas,
ahora, en la vejez y las canas,
no me abandones, Dios mío,

hasta que describa tu brazo
a la nueva generación,
tus proezas y tus victorias excelsas,
las hazañas que realizaste:
Dios mío, ¿quién como tú?

Me hiciste pasar por peligros,
muchos y graves:
de nuevo me darás la vida,
me harás subir de lo hondo de la tierra;

acrecerás mi dignidad,
de nuevo me consolarás;
y yo te daré gracias, Dios mío,
con el arpa, por tu lealtad;

tocaré para tí la cítara,
Santo de Israel;
te aclamarán mis labios, Señor,
mi alma, que tú redimiste;

y mi lengua todo el día
recitará tu auxilio,
porque quedaron derrotados y afrentados
los que buscaban mi daño.





Salmo 71 (Vg 70): Oración de un Justo Perseguido

Este salmo no tiene encabezamiento alguno en el texto hebreo, aunque sí en el griego de los LXX 2. El tema es el conocido deprecatorio del justo que sufre persecución injusta de parte de los impíos. El paciente aparece ya como un hombre entrado en años que ha procurado ser fiel a Dios en todo y que espera no le abandone en los tristes días de la ancianidad. Como en las plegarias anteriores, también ésta va seguida de una promesa de acción de gracias. Hay bastantes reminiscencias de otros fragmentos salmodíeos 3.

El poema se" divide en dos partes iguales: a) plegaria ardiente del perseguido pidiendo a Dios no le abandone (1-13); b) promesa de acción de gracias y de alabanza (14-24). Ambas partes se terminan con el deseo de que sean confundidos los enemigos. El ritmo métrico no es uniforme, con abundantes paralelismos conceptuales de toda índole: sinónimos, sintéticos y antitéticos. El estilo es sencillo y sobrio.

El autor parece ser un cantor del templo, conocedor de la colección salmódica. Los críticos modernos se inclinan por una época tardía de composición.

1 A ti, Yahvé, me acojo; no sea jamás confundido. 2 en tu justicia líbrame y sálvame, inclina a mí tus oídos y sálvame. 3 Sé para mí roca de refugio donde pueda ampararme. Tú has resuelto mi salvación, porque eres mi baluarte y mi fortaleza. 4 Sálvame, Dios mío, de las manos del malvado, de las manos del perverso y del violento. 5 Porque tú, ¡oh Señor! eres mi esperanza, mi confianza desde mi juventud. 6 Sobre ti me apoyé desde el seno, desde las entrañas de mi madre tú fuiste mi apoyo; yo siempre te alabaré.

Los tres primeros versos están tomados de Sal 31:2-4: el fiel perseguido apela a la justicia divina para que acuda en su ayuda. Yahvé es el refugio inexpugnable del salmista, que tiene experiencia de la protección divina. La fidelidad de Dios a sus promesas será la garantía de su salud. La experiencia de otras situaciones le ha confirmado en la esperanza que ha puesto en El desde su juventud. La solicitud divina se extiende hasta los primeros días de su existencia. Esto es una garantía de que continuará dispensándole su ayuda hasta su ancianidad, que ya ve próxima.

Los enemigos se confabulan contra el justo (7-13).

7 He sido para muchos objeto de asombro, pero tú fuiste mi poderoso asilo. 8 Llénese mi boca de tus alabanzas, de tu gloria continuamente. 9 No me rechaces en el tiempo de la vejez; cuando se debiliten mis fuerzas, no me abandones, 10 Porque hablan contra mí mis enemigos, y los que me espían se conjuran entre sí, J1 diciendo: "Dios le ha dejado; perseguidle y cegedle, que no habrá quien le libre." 12 ¡Oh Dios! no te alejes de mí; acude presto, ¡Dios mío! en mi socorro. 13 Sean confundidos y exterminados mis enemigos; cúbranse de vergüenza y de ignominia los que buscan mi mal.

El salmista perseguido ha sido objeto de asombro por los sufrimientos a que ha sido sometido; parece como si fuera un castigado por la ira divina. Aparece ante la estimación popular como un maldito de Dios4. Con todo, el justo paciente sabe que no ha perdido la amistad divina y que en todo tiempo ha sido suasilo. Por ello quiere alabarle en todo momento. Pero ese apoyo que le ha proporcionado en tantas ocasiones, debe continuar precisamente en los días tristes de la vejez, en que se debilitan las fuerzas y el espíritu se entrega a la nostalgia y al pensamiento triste de la muerte 5. Sus enemigos conspiran contra él y le consideran como abandonado de Dios (v.11). En esta situación no le queda sino la intervención favorable de Dios para mostrar que no le ha abandonado (v.12). Será entonces la ocasión de que los enemigos sean confundidos y avergonzados en sus viles planes de hostilidad contra él.

Promesas de acción de gracias (14-19).

14 Yo siempre esperaré, y a tus alabanzas añadiré nuevas alabanzas. 15 Proclamará mi boca tu justicia, todos los días tu salvación, porque no conozco (su) número 616 Entraré en las proezas del Señor; recordaré, ¡oh Yahvé! sólo tu justicia. 17 Tú, ¡oh Dios, me adoctrinaste desde mi juventud, y hasta ahora he pregonado tus prodigios. l8 No me abandones, pues, ¡oh Dios! en la vejez y en la canicie: f hasta que anuncie tu poderío 7 a esta generación y tus proezas a la venidera, 19 y tu justicia, ¡oh Dios! tan excelsa, porque tú haces grandes cosas. ¿Quién, ¡oh Dios! como tú?

El justo tiene constantemente su esperanza en Yahvé, y por eso está siempre dispuesto a alabarle sin cesar. Toda su historia está salpicada de beneficios divinos, y en la situación actual tiene la seguridad de que no le ha de abandonar. Como es de ley en los salmos deprecatorios, el poeta promete proclamarla nueva gracia salvadora, su justicia (manifestación en favor del inocente y castigo de los pecadores que le hostigan) 8, que para él tiene caracteres de verdadera salvación. Las intervenciones salvadoras de Dios en su favor son sin número, y por eso tiene que manifestar incesantemente su gratitud. Entre lasproezas del Señor están, sobre todo, las manifestaciones de su justicia salvadora.

Desde su juventud tiene el salmista experiencia de las intervenciones divinas en su favor, y por eso siempre ha pregonado sus gestas admirables (v.17) 9. Pero ansia que esta conducta benevolente de Dios para con él continúe en los tiempos tristes de la vejez y de la canicie, para dar a conocer los prodigios de Yahvé a la generación presente y a la futura 10. Nadie puede medirse en fortaleza y justicia con el Dios de Israel.



La alegría de la liberación (20-24).

20 Tú me has hecho probar muchas angustias y calamidades, pero de nuevo me darás vida y de nuevo me harás subir de los abismos de la tierra. 21Acrecienta mi magnificencia y vuelve a consolarme, 22 y yo alabaré, ¡Dios mío! al sonido del arpa, tu fidelidad; te salmodiaré a la cítara, ¡oh Santo de Israel!23 Te cantarán mis labios entonando salmos, y mi alma,-por ti rescatada. 24 Mi lengua ensalzará tu justicia todo el día por haber confundido y avergonzado a los que buscan mi mal.

De nuevo el poeta refleja su situación de angustia presente sintiéndose cercano a la muerte — los abismos de la tierra: la región tenebrosa del Seol, que se encuentra debajo de las aguas del mar 11 —; pero tiene confianza en que Dios le hará remontar este peligro como tantos otros pasados. Se siente ya en las profundidades de la región de los muertos y desea subir a la luz de los vivientes (v.20). Con ello brillará su magnificencia al ser rehabilitado en la sociedad, pues sus enemigos le creían abandonado de su Dios. Entonces entonará himnos de reconocimiento y de alabanza al Santo de Israel, denominación frecuente en Isaías 12, que destaca, de un lado, la trascendencia de Yahvé, y de otro, su vinculación histórica por una alianza con Israel l3. El poeta se siente aquí solidario con la comunidad de justos del pueblo elegido: su suerte tiene repercusión en su vida, ya que, si es liberado, quedará probada la esperanza que ellos tienen en el Dios de la justicia.

1 Sobre el sentido de los títulos véase com. a Sal 4:1; 38:1. — 2 Dice así el título de los LXX: "De David; de los hijos de Jonadab y de los primeros cautivos." — 3 Cf. v.1-3 y 31.2-4; v.6 y 22:10-11; v.13 y 35:4.26; v.12 y 40:14. — 4 Cf. Dt 28:45-46; Is 53:3-4- — 5 Cf. Dt 29:28; Jer 7:15. — 6 Lit. el TM: "no he sabido leer las letras." — 7 Lit. "tu brazo." — 8 Cf. Sal 7:17; 35:0-28; 40:6; 59:17; 10; 3O. — 9 Cf, Sal 75:3; 96:3; 105:2.5; I45:5· — 10 Cf. Sal 22:31-32; 102.ΤΟ. — 11 Cf. Job 38:16-17; Sal 18:5-6, — 12 Vιase nuestro art. Eí Sanio de Israel en "Mélanges Bibliques A. Robert" (París 1958) p.165-173. — 13 Véase la expresión en Sal 78:40; 89:17; Jer 50:29; 51:5; Ez 39:7; Os 11:9; Hab 1:12.