Salmo 39 (38) Súplica de un enfermo



Lamentación individual -muy original por su forma- de un hombre que se ve afligido por una enfermedad y el consiguiente desprecio de sus enemigos y cuya vida está casi apagada. [Com. bib. San Jerónimo]

[1 Del maestro de coro. De Yedutún. Salmo. De David.]

2 Yo me dije: "vigilaré mi proceder,
para que no se me vaya la lengua;
pondré una mordaza a mi boca
mientras el impío esté presente."

3 Guardé silencio resignado,
no hablé con ligereza;
pero mi herida empeoró,
4 y el corazón me ardía por dentro;
pensándolo me requemaba,
hasta que solté la lengua.

5 "Señor, dame a conocer mi fin
y cuál es la medida de mis años,
para que comprenda lo caduco que soy."

6 Me concediste un palmo de vida,
mis días son nada ante ti;
el hombre no dura más que un soplo,
7 el hombre pasa como una sombra,
por un soplo se afana,
atesora sin saber para quién.

8 Y ahora, Señor, ¿qué esperanza me queda?
Tú eres mi confianza.
9 Líbrame de mis inquietudes,
no me hagas la burla de los necios.

10 Enmudezco, no abro la boca,
porque eres tú quien lo ha hecho.
11 Aparta de mí tus golpes,
que el ímpetu de tu mano me acaba.

12 Escarmientas al hombre
castigando su culpa;
como una polilla roes sus tesoros;
el hombre no es más que un soplo.

13 Escucha, Señor, mi oración,
haz caso de mis gritos,
no seas sordo a mi llanto;

porque yo soy huésped tuyo,
forastero como todos mis padres.
14 Aplácate, dame respiro,
antes de que pase y no exista.



2-4 Monólogo interior. El yo del poema se distancia de sí para observarse; analiza síntomas y procesos interiores, incluso su actividad de "meditar" y su inactividad controlada. Hablar o no hablar es su dilema. Si habla, a lo mejor yerra (Eclo 19,16), especialmente en presencia de un malvado malintencionado (Prov 6,2): mejor no hablar. Pero al callarse siente un fuego interior (Jr 20,9) y habla sin remedio: compárese con Eclo 22,27.
5-7 El tema es unitario, a saber, la caducidad personal en el horizonte de la condición humana universal. De la constatación a la certeza.

5 ¿Hace falta una revelación para conocerlo? Caben dos respuestas, a) El hombre lo sabe y lo olvida, no saca las consecuencias; b) lo sabe, pero quiere saber cuánto le queda de vida. Compárese con los salmos 90 y 102.
6a Es casi un salto metafísico: de la caducidad de la vida a la contingencia del existir: lo ilumina Eclo 41,1 Os.
6b-7a En perfecto paralelismo. "Como un fantasma": la expresión hebrea es la misma del Génesis 1 "a imagen (de Dios)". El autor lo retuerce: no ya imagen de Dios, sino imagen de la realidad, existencia fantasmal.

7b La amplificación se fija en el rumor agitado y desatinado de la humanidad.
8-12 Nueva sección, introducida como consecuencia y desarrollada en alternancia de reflexión (8.10.12) y petición (9.11) ¿Hablar a Dios o callarse? De nuevo el dilema: "no puedo quejarme del hombre, porque lo ha hecho Dios; no puedo quejarme de Dios, porque he pecado". Pero el pecado explica el dolor como castigo, no la condición mortal. Perdonado el pecado, el hombre sigue siendo mortal. Entonces, la causa de tan triste condición ¿se encuentra en Dios? El orante unlversaliza su experiencia.

8 ¿Triunfa plenamente la esperanza? Cuanto sigue lo desmentirá: en el contexto su esperanza no es ilimitada por venir de Dios, sino limitada por residir en el hombre. Observemos sus tres peticiones negativas: "líbrame de" (9), "aparta de mí" (11), "desentiéndete de mí" (14). Así alcanzaré en paz mi destino: "no ser".

9 "librar"es aquí perdonar. El "necio" es un hombre que se cierra a la compasión y agrava con la burla el dolor del prójimo.
11 "Tu golpe" es interpretación teológica de la enfermedad.
12 La acción de Dios se muestra aquí enigmática y turbadora. Prmero porque el autor es Dios, en una acción desintegradora opuesta a la acción creativa o plasmadora. Segundo, por la comparación animal, que sugiere la lenta y eficaz e irresponsable acción de consumir: véanse Os 5,2; Job 13,28. Tercero, por el objeto: lo que el hombre desea o lo que hace al hombre deseable, en lo cual parece cebarse el hambre despiadada de Dios: compárese con Job 10,8s.

13 Que al menos Dios escuche el grito y se deje ablandar por las lágrimas: Is 38,3.5. Aunque el orante sea sólo huésped de Dios en su tierra, como los antepasados que ya entraron por la puerta de la muerte, la ley de Israel reconoce derechos al huésped y peregrino. Con todo este aparato de gritos enuncia la petición final: ¿será grande?

14 Es mínima. Es negativa. Deja de mirarme, Como si la mirada y atención de Dios fueran la causa última de sus males. El sintagma "fijarse / no fijarse" se lee en el relato de Caín: por la "atención" preferente de Dios, Abel encontró la muerte. Compárese con Job 7,6-21 y 14,1-6. [L. Alonso Schökel]
Los versículos entre [] no se leen en la liturgia