Salmo 54 (53)- Petición de auxilio



[1 Del maestro de coro.
Para instrumentos de cuerda. Poema. De David.
2 Cuando los zifitas vinieron a decir a Saúl:
"¿No está escondido David entre nosotros?"]


3 Oh Dios, sálvame por tu nombre,
sal por mí con tu poder.
4 Oh Dios, escucha mi súplica,
atiende a mis palabras;

5 porque unos insolentes se alzan contra mí,
y hombres violentos me persiguen a muerte,
sin tener presente a Dios.

6 Pero Dios es mi auxilio,
el Señor sostiene mi vida.

[7 Que su maldad se vuelva contra mis contrarios,
por tu fidelidad destruyelos.]

8 Te ofreceré un sacrificio voluntario,
dando gracias a tu nombre, que es bueno;
9 porque me libraste del peligro,
y he visto la derrota de mis enemigos.
Los versículos entre [] no se leen en la liturgia



Salmo 54 (Vg 53): Oración Contra los Enemigos Insolentes.

Esta composición poética es esencialmente una lamentación individual en el sentido clásico de otras análogas del Salterio. Puede dividirse en dos partes: a) súplica de ayuda contra unos despiadados enemigos que le atacan insolentemente, poniendo en peligro su vida (1-5); b) afirmación de fe y confianza en Yahvé, que le ha de defender y vindicar sus derechos, con promesa de ofrecer sacrificios de acción de gracias (6-9). Ambas partes están separadas por la palabra Seláh, de probable significación musical.

Según el título, este salmo fue compuesto por el propio David en ocasión de la traición de los moradores de Zif, que le denunciaron a Saúl, que sañudamente le perseguía 1. Como otros títulos del Salterio, hay que atribuir estas indicaciones cronológicas a preocupaciones eruditas de algún glosista posterior que buscaba ambientar ante sus lectores la composición de los salmos. Por el contenido no podemos determinar la época de la composición, que bien puede ser anterior al exilio.



Súplica de ayuda contra los enemigos (1-5).

1 Al maestro del coro. A las cuerdas. Maskil. De David 2. 2 Cuando vinieron los de Zif a decir a Saúl: "¿Es que David no está escondido entre nosotros?"3 3 Sálvame, ¡oh Dios! por tu nombre, por tu poder hazme justicia. 4 Oye, ¡oh Dios! mi oración, da oídos a las palabras de mi boca. 5 Porque los soberbios se han levantado contra mí 4 y violentos buscan mi vida. No ponen a Dios ante ellos. Seláh.

El nombre de Dios es la garantía de salvación para los justos atribulados, porque simboliza al mismo Dios en sus atributos de justicia y fidelidad para con los suyos. Según la mentalidad israelita, el propio Dios estaba ligado con unas promesas de auxilio a los que cumplían sus mandamientos 5, y por eso la invocación de su nombre era ya un anticipo de victoria6. El nombre, pues, de Dios era como el signo externo que sintetizaba su misteriosa naturaleza. Conforme a las preocupaciones teológicas de esta colección del Salterio, el salmista evita transcribir el nombre de Yahvé, que es el que en realidad refleja las promesas de protección del Sinaí 7. El salmista, consciente de la realidad de las promesas divinas, pide que abra ponga a disposición su poder para hacer brillar su justicia, pues se siente injustamente perseguido 8.

Los enemigos perseguidores del justo atribulado son calificados como soberbios y violentos, sin escrúpulos religiosos, ya que no ponen a Dios ante ellos. Ateos prácticos, prescinden de la realidad de la Providencia divina, que dirige el curso de los acontecimientos y las vidas de los hombres, dando a cada uno lo merecido por sus actos virtuosos o pecaminosos 9. Los piadosos y justos en la sociedad son siempre una minoría y tienen que sufrir de la insolencia de los indiferentes e irreligiosos. El salmista simboliza en su persona esta clase de fieles a la Ley, perseguidos por los impíos.

Profesión de fe y confianza en Dios (6-9).

6 He aquí que Dios viene en mi ayuda; es el Señor el sostén de mi vida I0. 7 Vuelve el mal contra mis adversarios. ¡Por tu fidelidad, extermínalos! 8 Gustoso yo te ofreceré sacrificios; alabaré tu nombre, ¡oh Yahvé! porque es bueno. 9 Me libra de toda angustia, y mis ojos han visto a mis enemigos (humillados).

Como es ley en estos salmos deprecatorios, el poeta pasa de la súplica angustiosa y ardiente al estado de confianza en la salvación, pues Dios está siempre para ayudar a los suyos y no los abandona en los momentos críticos. El salmista declara enfáticamente que Dios es el sostén de su vida, lo que da plena seguridad de salir de la situación de opresión actual. Llevado de este sentimiento de confianza, se atreve a pedir a su Dios que despliegue su poder enviando el mal contra sus adversarios, es decir, que intervenga castigando su insolencia y presunción. Y en un arranque de su espíritu atribulado, pide el exterminio para los que le procuran el mal (v.7), apelando a la fidelidad de su Dios para moverle a este castigo devastador contra los enemigos. Yahvé había prometido exterminar a los enemigos de Israel, si le eran fieles, introduciéndolos en la tierra de Canaán 11. El salmista — simbolizando a la clase perseguida — apela a la justicia divina y a sus promesas de castigo de los impíos para que intervenga ahora contra los que le oprimen. Su frase extermínalos choca con nuestra sensibilidad evangélica, pero debe tomarse como desahogo oratorio para expresar la opresión en que se halla. Por otra parte, no hemos de perder de vista que los hagiógrafos y justos del A.T. estaban muy lejos de la panorámica de caridad del Evangelio. Las costumbres entonces eran mucho más rudas, y conforme al ambiente cultural-religioso de la época expresan sus ideas. La causa de ellos era la del propio Dios, y al pedir justicia a favor suyo, intentaban hacer brillar los atributos de la Providencia divina en la sociedad olvidada de Yahvé.

Como en otros salmos, el poeta termina prometiendo sacrificios de acción de gracias por la milagrosa liberación (v.8) 12. En la asamblea pública religiosa alabará a Yahvé, porque se ha mostrado bueno con él al librarle de toda angustia y concederle poder contemplar a sus enemigos vencidos y humillados. La vindicación de los derechos del justo atribulado es la manifestación de la justicia divina, que castiga inexorablemente al impío que persiste en su pecado. Es una prueba de la manifestación providencialista en favor de los suyos.

1 Cf. Sam 23:19. — 2 Sobre los títulos introductorios véase com. a Sal 4:1; 32:1. — 3 Cf. 1 Sám 23:19; 26:1. — 4 El TM dice "extranjeros" (zarim). Pero este verso aparece en Sal 86:14, leyendo zedim (soberbios), lo que se adapta bien al contexto del Sal 54:5. Por ello, comúnmente los críticos admiten esta traducción de sobe.rbios, que tiene, además, en su aval algunos manuscritos hebreos y el Targum, aunque las versiones antiguas lean "extranjeros," como el TM. — 5 Cf. Dt 4:1. — 6 cf. Sal 5:12; 20:2.8; 9:11. — 7 Véase sobre el nombre de Yahvé "Biblia comentada," I 403-408. — 8 Cf. ι Sarn 24.15; Sal?(H; 9:5; 26:2; 35:25; 43:2. — 9 Cf. Sal 44:21; 118:93. — 10 Lit. en heb. "mi alma," — 11 Cf. Dt 6:105. — 12 Cf. Sal 22:26; 35:18.




SALMO 053
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