Salmo 108 (107): Alabanza al Señor y petición de auxilio


El salmo 107 está formado por dos cantos diversos. El primer canto es una oración pidiendo la victoriosa teofanía de Dios en una guerra: Elévate sobre el cielo, Dios mío; que tu mano salvadora nos responda, para que se salven tus predilectos. El salmista está tan cierto que se realizará esta su petición que da gracias ya de antemano por la victoria y dice a Dios su plena confianza en que esta petición se realice: Dios mío, mi corazón está firme; vendrá la victoria y, entonces, te daré gracias ante los pueblos.

El segundo canto contiene un oráculo no realizado, por lo menos bajo la forma como lo esperaba el pueblo: Dios habló: "Triunfante ocuparé Siquén; sobre Edom echo mi sandalia". La realidad, en cambio, fue muy otra, Israel no venció a Edom, sino que sufrió una derrota en la batalla. ¿Quién me conducirá a Edom, si tú, oh Dios, nos has rechazado? El enemigo ha vencido, y la ocupación de Edom no se ha dado; pero, a pesar de todo, el salmista no deja de confiar: Con Dios haremos proezas, él pisoteará a nuestros enemigos, no quizá como nosotros soñábamos, pero sí de una manera que sólo él sabe y prevé.

Este salmo, un poco difícil en su primera lectura, es una magnífica oración de fe y esperanza cristiana. Es una acción de gracias por la salvación, ya antes de que la hayamos experimentado, y una acción de gracias sin titubeos: Dios mío, mi corazón está firme; no sé lo que me traerá el nuevo día, pero despertaré a la aurora, para darte gracias porque te elevarás sobre el cielo y tu gloria llenará la tierra, para que se salven tus predilectos.

Y, si tus promesas no se realizan según nuestros pensamientos, si nosotros soñábamos en tu victoria en un sentido y bajo unas apariencias que no se realizan, si los acontecimientos nos parecen contradecir tus oráculos, si, ante los planes forjados e imposibles de llevar a término, tengo que decir: ¿Quién me conducirá a Edom?, es decir: "¿Quién me dará la victoria sobre el mal para vencer?", pediremos tu auxilio y esperaremos confiados tus caminos, que no son siempre nuestros caminos: Auxílianos contra el enemigo, y contigo haremos proezas.

Oración I:
Acoge, Señor, la oración de tus siervos y haz que nuestros corazones despierten a la aurora para darte gracias; auxílianos en nuestras angustias, pues toda ayuda del hombre es inútil, y muéstranos tu gloria, para que se salven los predilectos que tú tanto amas. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Oración II:
Señor Jesús, que, triunfando sobre tus enemigos, la muerte y el pecado, has sido elevado sobre el cielo, despierta nuestro corazón, para que te demos gracias ante los pueblos; que, cantando tu resurrección, despertemos la aurora y, guiados por la fe, victoria que vence al mundo, lleguemos hasta aquella plaza fuerte donde tú reinas, por los siglos de los siglos. Amén.
[Pedro Farnés]


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Alabanzas al Señor y petición de auxilio

2Dios mío, mi corazón está firme,
para ti cantaré y tocaré, gloria mía.
3Despertad, cítara y arpa;
despertaré a la aurora.

4Te daré gracias ante los pueblos, Señor;
tocaré para ti ante las naciones:
5por tu bondad, que es más grande que los cielos;
por tu fidelidad, que alcanza a las nubes.

6Elévate sobre el cielo, Dios mío,
y llene la tierra tu gloria;
7para que se salven tus predilectos,
que tu mano salvadora nos responda.

8Dios habló en su santuario:
"Triunfante, ocuparé Siquén,
parcelaré el valle de Sucot;

9mío es Galaad, mío Manasés,
Efraín es yelmo de mi cabeza,
Judá es mi cetro;

10Moab, una jofaina para lavarme;
sobre Edom echo mi sandalia,
sobre Filistea canto victoria".

11Pero, ¿quién me guiará a la plaza fuerte,
quién me conducirá a Edom,
12si tú, oh Dios, nos has rechazado
y no sales ya con nuestras tropas?

13Auxílianos contra el enemigo,
que la ayuda del hombre es inútil.
14Con Dios haremos proezas,
él pisoteará a nuestros enemigos.

El salmo 107 es el resultado de unir dos fragmentos de otros salmos: vv. 2-6=56, 8-12, es el acto de confianza y la promesa de acción de gracias al final de una lamentación individual; vv. 7-14=59, 7-14, parte de una lamentación pública en la derrota. La composición quizá tenga una función litúrgica: ensayaremos esta explicación.
V. 2: Se abre el salmo con una expresión exultante de confianza en Dios: la confianza se expresa en una promesa segura de acción de gracias.
V. 3: La confianza llena de gozo la noche del salmista: él despierta a sus instrumentos, con ellos despierta a la aurora,
V. 4: y se ve en medio de todas las naciones, cantando y acompañando su canto al Señor.
V. 5: El tema de este canto es ilimitado.
VV. 6-7: Con esta preparación de confianza pronuncia una breve súplica de ancho horizonte: pide una teofanía salvadora.
VV. 8-10: La cita de un antiguo oráculo divino, prometiendo la victoria, robustece la confianza del salmista.
VV. 11-12: Brevísima la referencia a una derrota militar, que parece representar la situación presente desgraciada.
V. 13: Breve súplica con motivación: la derrota ha sido una lección, "la ayuda del hombre es inútil".
V. 14: El salmo concluye en el mismo tono de confianza. Con la presente disposición de los elementos, el salmo dolorido de súplica y lamentación se ha trasformado en un canto gozoso de confianza y acción de gracias.
Para la reflexión del orante cristiano.- Es posible una trasposición poética de este salmo a la resurrección de Cristo y a su ascensión: el Señor que se eleva, su gloria que llena la tierra, el despertar de la aurora, el oráculo de victoria. La luz y gozo de la resurrección de Cristo pueden transformar nuestras derrotas humanas: "Feliz la culpa que mereció tal Redentor". [L. Alonso Schökel]
VV. 8-10: A la oración de los versículos precedentes responde el oráculo divino en son de triunfo y de victoria. Dios habló en su santuario, en el contexto equivale a "prometió con juramento". Siquén, primer sitio en Canaán, donde Abrahán recibió la promesa de toda esta tierra (Gn 12,6s); el valle de Sucot, al este del Jordán, donde el patriarca Jacob se estableció al volver de Mesopotamia, antes de pasar el río (Gn 33,17); Galaad, en la Transjordania, región ocupada ya antes de la conquista de Canaán por la mitad de la tribu de Manasés (Nm 32,39s); Manasés, o región al oeste del río, donde se estableció más tarde la otra mitad de dicha tribu (Jos 17,1-13); Efraín o reino del norte. Yelmo de mi cabeza es una metáfora que alude a la importancia de la tribu de Efraín en la conquista de Canaán bajo el mando de Josué (Jos 17,14-18). Judá es mi cetro es otra metáfora, real esta vez, alusiva a la importancia central de Judá en el reino, como sede de la dinastía que en nombre de Yahvé gobernará establemente al pueblo escogido. Moab, una jofaina para lavarme mis pies, dice Yahvé, aludiendo aparentemente a las aguas del mar Muerto, cuya parte norte linda con Judá, y realmente a su reconocida soberbia. Edom, que se gloría de habitar en regiones inaccesibles, me servirá como siervo a quien echo mi sandalia para que me la lleve (cf. Mt 3,11) o en señal de posesión (cf. Rut 7-8).
VV. 11-14: La petición urgente y confiada la hace un singular colectivo: el pueblo, o un singular que sea personificación del pueblo, como es el rey. La plaza fuerte, a donde desean ir el rey y el pueblo, es la capital de Edom, con cuya conquista quede vengado el ultraje sufrido. Esa capital, o bien es Bosra, la mayor plaza fuerte de Edom, al norte, la fortaleza por excelencia de los edomitas, o bien es Petra (Sela=la Roca), a doble distancia de la de Bosra, en la misma dirección, y entre montes y desfiladeros de difícil acceso al viajero, y más aún a un ejército.
Tras el singular inicial habla de nuevo en plural, no en plan de queja, sino de petición urgente de auxilio al único que puede dárselo a Israel, Dios. Confianza en Dios y seguridad de la victoria. El salmista atribuye a Yahvé el pisotear a los enemigos de Israel.

[R. Arconada, en La Sagrada Escritura. Texto y comentario, de la BAC]



COMENTARIOS AL SALMO 107


1. EL CICLO DE LA VIDA

Te puede dar la impresión a veces, Señor, de que me repito en mis oraciones. Permíteme decir, reconociendo una dificultad común a ambos, que tú también te repites en tus salmos, Señor. Y en cierto modo, así es como debe ser; es justo que tú y yo nos repitamos al tratar de la vida, porque la vida misma es repetición. La vida es ciclo, rutina, rueda de la fortuna, cangilón de noria. La vida es el día tras la noche y la noche tras el día, en el ritmo inevitable de las leyes del cielo y las mutaciones del corazón del hombre. Que no te ofendan, pues, mis repeticiones, Señor, como a mí no me ofenden las tuyas.

Lo que pido cuando las mismas oraciones me vienen a las manos y los mismos versos a los labios, cuando las mismas situaciones se presentan en la vida y los mismos pensamientos cruzan mi mente, es poder vivir lo viejo con espíritu nuevo, rezar con nueva fe la oración repetida, apretar con nuevo cariño la mano conocida, vivir la rutina de la vida con la novedad de una mente abierta que acepta cada día como un regalo y saluda cada amanecer como una sorpresa.

Este salmo está compuesto de partes de otros dos salmos que han sido unidas. También mi vida está hecha de retazos de experiencias antiguas revividas en el marco cerrado de mi propia limitación. Dame, Señor, la gracia de tomar cada experiencia de nuevo como un acontecimiento inédito, de encontrar tierno el pan que de tus manos recibo al comenzar cada día.

Si hay amor, la repetición se hace placer. Dame amor, Señor, para que toda oración se torne alegría en mis labios.

CARLOS G. VALLÉS
Busco tu rostro
Orar los Salmos
Sal Terrae. Santander 1989, pág. 207