Salmo desde la vida y la luz

Emilio L. Mazariegos
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Nosotros buscamos tus huellas, Señor, en la vida de tu tierra; buscamos tus huellas profundas en la luz que inunda tus cielos.

Tu gloria, oh Dios, alabamos en tus obras y nos llena de alegría; la obra de tus manos, Señor, es un canto a tu bondad y belleza.

El día al día, la noche a la noche, comunican tu mensaje de amor, y nuestro corazón joven se llena de gozo y entusiasmo ante tu presencia.

¡Bendito seas, Señor, en la luz y en la vida de tus obras! Como la brisa suave, como el rocío de la mañana, Señor nuestro, tu mensaje nos llega derrochando la grandeza de tus manos.

La tierra toda está salpicada de tu amor y tus prodigios, y tu rostro se descubre al oír de cerca tus pisadas.
Tú te haces presente en la lluvia y en la flor, en la nieve y la luz; te haces presente en el canto de los pájaros y el balar de los corderos.

Oh Dios de la vida, que inundas la existencia de tu vida y ternura.
Oh Dios de la luz, que penetras todo y lo llenas de alegría.
¡Bendito seas, Señor, en la sencillez M vuelo de un pajarillo!

Tú has levantado en el mar una tienda para el sol y habitas en sus aguas; tú has sembrado luz de estrellas en sus alas y caminas como el viento; te recreas en la inmensidad de tus mares y tus playas, y te asombras de la vida que sus entrañas llevan dentro.

Eres grande y nosotros te alabamos con el corazón gozoso.

Eres grande y nosotros aplaudimos la vida que has derrochado.

Eres grande, Señor, y nos has dado la vida para que la vivamos.
¡Bendito seas, Señor, en la pureza de la nieve en lo alto de la cumbre!
Tu sabiduría, Señor, es eterna y has creado todo como un canto de unidad; tu ley, Señor, es perfecta y has llenado el existir de armonía.

Tus caminos y tus sendas, Señor, son rectos y gozo de nuestro corazón; tu Ley ha quedado marcada en tus obras y es luz para nuestros ojos.

 Oh, Señor, Dios nuestro, danos sensibilidad y un corazón puro para respetar y admirar las obras maravillosas de tus manos.

Tu Creación, oh Dios de la vida, es como un gran libro abierto, página a página, al corazón del hombre.
 ¡Bendito seas, Señor, cercano en tus obras al hombre que has creado!

Nosotros creemos en ti y respiramos el don de tu vida.

Tú eres la raíz de nuestra existencia y el manantial de nuestro río.

Empápanos de tanta belleza y grandeza que rodea nuestra vida, y levanta nuestro corazón joven hacía ti, Autor de tantas maravillas.

Señor Dios nuestro, a ti cantamos con el corazón agradecido; Señor Dios nuestro, a ti alabamos con el corazón lleno de gozo; Señor Dios nuestro, a ti te queremos porque has manifestado tu amor.

¡Bendito seas, Señor, en la luz y la vida que cada día respiramos!

¡Bendito seas, Señor, desde el amanecer hasta el poner del sol!

¡Bendito seas, Señor, en nuestro corazón que busca la luz y ama la vida!

(Salmo 18)