Salmo desde el juego limpio

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Señor, yo me pregunto: 
¿quién morará en tu tienda?
¿Quién tendrá vía libre a entrar en tu casa?
¿Quién podrá habitar contigo en la morada del Padre?
¿Quién será capaz de llegar a poseer la Vida eterna?
¿Quién cantará tus alabanzas en la Jerusalén celeste?
¿Quién habitará en tu santo monte 
y participará de tu Reino?

Señor, con un corazón limpio y sincero, 
transparente y puro,
quiero, Señor, llegar hasta tu casa 
donde vivir por siempre en alianza.

Yo quiero, Señor, andar sin tacha, 
andar con un corazón verdadero,
que no haga juego sucio, 
ni maneje al hombre, ni obre la injusticia.

Quiero obrar la justicia, 
llevar tu plan de salvación a los hombres,
dando al que tiene hambre, pan; 
y al desnudo, abrigo;
dando al que no tiene techo, una casa;
dando amor, al que vive solo,
y dando un trozo de tierra, 
al que sin tierra propia trabaja.

Señor, con un corazón 
que diga la verdad siempre,
quiero, Señor, ser testigo 
entre los que no tienen nada.

Yo quiero ser, Señor, 
bueno de corazón para el hombre
y que mi lengua no sea espada 
que destruye y corta,
que ataca y golpea 
y deja tirado en el camino
con tal de seguir adelante y triunfar, 
caiga quien caiga.

No quiero dañar a mi hermano,
 ni destrozar su imagen;
no quiero, Señor, hacer agravio a mi prójimo, 
ni dejarle herido;
ni menospreciar al hombre sencillo 
y que no puede defenderse;
no quiero, Señor, abusar de mi poder 
frente a los pobres de la tierra,
engañándoles, mintiéndoles,
 diciéndoles palabras y más palabras.

Señor, con un corazón 
que haga siempre juego limpio,
quiero caminar, paso a paso, 
dejando amor y paz en mi marcha.

Yo quiero ser, Señor, 
hombre de aguas cristalinas,
hombre de aguas puras, 
donde se vea el fondo al mirarlas.

Quiero ser como tú, Señor Jesús, 
que al fin quedaste solo,
pero siempre, en cada paso, 
fue limpia tu jugada.

Dame, Señor, la fortaleza 
del que no busca intereses
y su interés es servir allí, 
donde haga falta.

Dame ojos que descubran 
el sufrimiento del hombre
y que sepa llegar 
hasta donde siente el dolor de su llaga.

Señor, con un corazón 
que haga siempre juego limpio,
quiero vivir la verdad de tu Evangelio, 
sin ser hombre de dos caras.

Que mi pie, Señor, 
nunca pise al inocente en el camino;
que mis manos estén limpias
 al soborno del que aguarda
aplastar al que encuentra en sus caminos
 y no deja vía libre
para comprar con dinero 
y con sangre al que no deja avanzar su pancarta.

No dejes, Señor, 
que mi corazón vacile ante lo injusto;
haz que mi corazón sea limpio 
como la luz de la mañana.

¿Quién podrá, Señor Jesús,
 morar en tu tienda abierta?

¿Quién podrá, Señor, 
sentarse en tu mesa con túnica blanca?

El que tiene el corazón sincero 
y juega limpio con los hombres
y practica la justicia siendo fiel a la palabra dada.

(Salmo 14)