Salmo 69 (68)-Suplica del Justo Perseguido




Dios mío, sálvame,
que me llega el agua al cuello:
me estoy hundiendo en un cieno profundo
y no puedo hacer pie;
he entrado en la hondura del agua,
me arrastra la corriente.

Estoy agotado de gritar,
tengo ronca la garganta;
se me nublan los ojos
de tanto aguardar a mi Dios.

Más que los pelos de mi cabeza
son los que me odian sin razón;
más duros que mis huesos,
los que me atacan injustamente.
¿Es que voy a devolver
lo que no he robado?

Dios mío, tú conoces mi ignorancia,
no se te ocultan mis delitos.
Que por mi causa no queden defraudados
los que esperan en ti, Señor de los ejércitos.

Que por mi causa no se avergüencen
los que te buscan, Dios de Israel.
Por ti he aguantado afrentas,
la vergüenza cubrió mi rostro.

Soy un extraño para mis hermanos,
un extranjero para los hijos de mi madre;
porque me devora el celo de tu templo,
y las afrentas con que te afrentan caen sobre mí.

Cuando me aflijo con ayunos,
se burlan de mí;
cuando me visto de saco,
se ríen de mí;
sentados a la puerta cuchichean,
mientras beben vino me sacan coplas.

Pero mi oración se dirige a ti,
Dios mío, el día de tu favor;
que me escuche tu gran bondad,
que tu fidelidad me ayude:

arráncame del cieno, que no me hunda;
líbrame de los que me aborrecen,
y de las aguas sin fondo.

Que no me arrastre la corriente,
que no me trague el torbellino,
que no se cierre la poza sobre mí.

Respóndeme, Señor, con la bondad de tu gracia;
por tu gran compasión, vuélvete hacia mí;
no escondas tu rostro a tu siervo:
estoy en peligro, respóndeme en seguida.

Acércate a mí, rescátame,
líbrame de mis enemigos:
estás viendo mi afrenta,
mi vergüenza y mi deshonra;
a tú vista están los que me acosan.

La afrenta me destroza el corazón, y desfallezco.
Espero compasión, y no la hay;
consoladores, y no los encuentro.
En mi comida me echaron hiel,
para mi sed me dieron vinagre.

Yo soy un pobre malherido;
Dios mío, tu salvación me levante.
Alabaré el nombre de Dios con cantos,
proclamaré su grandeza con acción de gracias;
le agradará a Dios más que un toro,
más que un novillo con cuernos y pezuñas.

Miradlo, los humildes, y alegraos,
buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón.
Que el Señor escucha a sus pobres,
no desprecia a sus cautivos.
Alábenlo el cielo y la tierra,
las aguas y cuanto bulle en ellas.

El Señor salvará a Sión,
reconstruirá las ciudades de Judá,
y las habitarán en posesión.
La estirpe de sus siervos la heredará,
los que aman su nombre vivirán en ella.

Esta angustiosa lamentación tiene muchos rasgos comunes con el Salmo 22, en especial, la dramática descripción de la enfermedad y los sufrimientos que dan motivo a la súplica (vs. 2-5). Entre estos últimos, el salmista menciona particularmente el desprecio de que es objeto por su fidelidad a la causa de Dios y su amor hacia el Templo (vs. 8-13). Así hace presente al Señor que su enfermedad pone en juego el honor divino, porque si él muere, todos los fieles quedarán expuestos a la burla de sus enemigos (v. 7).

Los vs. 36-37 indican que el Salmo fue compuesto poco tiempo después del exilio babilónico

Salmo 69 (Vg 68): 
Podemos distinguir tres partes en esta composición, caracterizada por el tono de lamentación individual:

 a) súplica de liberación en una situación de peligro creada por la hostilidad de gentes impías que conspiran contra su piedad (2-13);
b) confianza en la misericordia divina e imprecaciones contra los enemigos (14-29);
 c) promesa de acción de gracias por la liberación y restablecimiento de Jerusalén.

 El salmista perseguido confiesa su culpabilidad y hace penitencia, esperando ser oído de Dios y rehabilitado en sus plenos derechos; tiene celo extremo por todo lo concerniente a la casa de Dios y se consume por la indiferencia de los pecadores respecto de los derechos divinos.

 La distribución métrica del salmo no es regular, al menos en las dos primeras partes. "El poema es notable más bien por la profundidad y fuerza de la emoción que por la perfección exterior de la forma. Recuerda bastante el estilo de Jeremías." Según el título, también esta composición es de origen davídico. Como San Pablo lo cita como de David2. Como existen afinidades estilísticas entre este salmo y los oráculos de Jeremías, no pocos autores creen que el gran profeta de Anatot es el autor del mismo 3. Como se alude a la reconstrucción del templo (v.10), la generalidad de críticos modernos se inclinan por un origen postexílico del salmo4.

Los evangelistas citan este salmo con ocasión de la expulsión de los vendedores del templo y al expirar Jesús en la cruz 5. Con todo, no podemos decir que sea mesiánico en sentido directo, ya que no se comprenden las imprecaciones en labios de Cristo; pero, como justo doliente e injustamente perseguido, el salmista es tipo del Mesías doliente y celoso de la casa de Dios.

  Situación angustiosa del justo perseguido (1-6)

1 Al maestro del coro. Sobre los "lirios." De David 6
2 Sálvame, ¡oh Dios! porque las aguas han entrado hasta el alma. 

3 Húndeme en profundo cieno, donde no puedo hacer pie;
 me sumerjo en aguas profundas, y me arrastra la corriente.

 4 Cansado estoy de clamar, se abrasa mi garganta 
y desfallecen mis ojos en espera de mi Dios.

 5 Son más que los cabellos de mi cabeza los que sin causa me aborrecen;
 más fuertes que mis huesos los que injustamente me combaten, 
y tengo que pagar lo que nunca robé. 

6 Tú, ¡oh Dios! conoces mi estulticia y no se te ocultan mis pecados.

Es corriente en la literatura salmódica presentar la muerte como una inundación de aguas que se lleva a los vivientes 7, porque se concebía la región de los muertos — el seol — debajo de la tierra 8 y aun debajo del fondo de los mares 9; en este supuesto, las olas son los proveedores naturales de la región de las sombras 10. El salmista se considera, pues, a las puertas de la muerte, porque las aguas han entrado hasta el alma, hasta lo más profundo de su ser n. Se siente como ahogado por la inundación de calamidades que sobre él han caído. Con otra metáfora expresa su inseguridad: se halla como el que en terreno cenagoso no puede hacer pie y es arrastrado por la corriente (v.3).

 Es tan angustiosa su situación, que no le queda sino clamar al Omnipotente, que es el único que le puede salvar 12; sus ojos están cansados de mirar en espera de su Dios. Su garganta está abrasada de tanto gritar 13. El paciente se siente rodeado de enemigos numerosos que le exigen cuenta de lo que no ha cometido: tiene que pagar lo que no ha robado; la expresión es proverbial, para indicar las exigencias extremas de los que injustamente le imputan faltas no cometidas 14. Sólo Dios conoce sus deficiencias — estulticia — y sus pecados, el grado de su culpabilidad. Reconoce humildemente sus transgresiones 15, pero no son sus enemigos los llamados a pedirle cuentas, sino solamente Dios.

 7 No sean confundidos por mi causa los que en ti esperan, ¡oh Señor Yahvé de los ejércitos! No sean por mí contundidos los que a ti te buscan, ¡oh Dios de Israel! 8 Pues por ti sufro afrentas y cubre mi rostro la vergüenza, 9 He venido a ser extraño para mis hermanos, y extranjero para los hijos de mi madre. 10 Porque me consume el celo de tu casa; los denuestos de los que te vituperan caen sobre mí. 11 Cuando lloro y ayuno, toman pretexto para insultarme. 12 Por vestido me cubro de saco, y he venido a ser fábula para ellos. 13 Cuchichean contra mí los que se sientan en las puertas; soy la cantilena de los bebedores de licores. El salmista perseguido sabe que su causa está íntimamente ligada a la de los justos en general; éstos serán confundidos y avergonzados ante la sociedad si Dios desampara al paciente en esta hora crítica. En sus cálculos de piedad pesa mucho la seguridad de que Dios los protege en los momentos graves de la vida, porque Dios premia en definitiva a la virtud, mientras castiga indefectiblemente el mal.Ahora bien, si en el caso actual el justo paciente sucumbe, la tesis de los piadosos y fieles a Dios queda desmentida, y con ello quedan defraudados en sus esperanzas 16. Será un triunfo de los escépticos y una decepción de los justos. Se pone en juego, pues, el honor de Yahvé en esta prueba del paciente injustamente perseguido 17.

 En realidad, la causa del salmista perseguido es la de Dios, pues por El sufre las afrentas, ya que le hostilizan para ridiculizar su piedad y su fidelidad a su Ley (v.8). Sus más íntimos familiares han tomado parte contra él, considerándole como extraño18, y precisamente la hostilidad surge por su celo extremado por la casa de Dios, su santuario en Jerusalén. Esto parece sugerir que el salmista es un levita postergado por los de su misma clase, los cuales, más escépticos y positivistas, consideran excesivo el celo de su colega y familiar, quizá porque les echaba en cara los abusos mercantilistas que tenían lugar con motivo de los sacrificios. El evangelista aplica el texto a Jesús cuando expulsó a los mercaderes i9.

 El v.10 es citado por San Pablo para destacar los ultrajes inmerecidos sufridos por Cristo 20. El paciente del salmo es el tipo del Mesías, celoso de las cosas de Dios. Los actos de piedad del justo son también acremente ironizados por los espíritus materialistas de la sociedad (v.11). Se ha convertido en objeto de burla, en proverbio o fábula de los que impúdicamente se entregan a las bebidas (ν.13)21. La espiritualidad del salmista no es apreciada por los que se dejan llevar de la sensualidad y de la vida fácil. En las puertas — lugar de reunión de ociosos —, los mofadoresse permiten cuchichear y hacer burla de la piedad estéril del justo que espera en Dios. Sus apreciaciones son sangrantes y atenían contra la dignidad del piadoso yahvista, que tiene la esperanza puesta en Dios. 

  Súplica de auxilio (14-20).



14 Yo por eso oro a ti, ¡oh Yahvé! i en tiempo oportuno, joh Dios! Por tu inmensa piedad, escúchame, por la verdad de tu salvación. 15 Sácame del lodo para que no me sumerja, y sea librado de los que me aborrecen y de lo profundo de las aguas. 16 No me anegue el ímpetu de las aguas, no me trague la hondura, no cierre el pozo su boca sobre mí. 17 Óyeme, Yahvé, que es benigna tu piedad; mírame según la muchedumbre de tus misericordias. 18 No escondas de tu siervo tu rostro, porque estoy en angustia: apresúrate a oírme. 19 Acércate a mi alma y redímela; líbrame por causa de mis enemigos. 20 Tú conoces el oprobio, el vituperio, la afrenta que se me hace; todos mis opresores los tienes a tu vista.

 Ante tanta animosidad de sus enemigos confabulados, al paciente justo no le queda sino acudir suplicante a Yahvé, que vela por sus intereses. Ahora es el momento oportuno de manifestar su poder conforme a sus promesas. Dios no puede faltar a la verdad de su salvación, es decir, a la realidad salvadora de su presencia en favor de los que le son fieles, porque es "abundante en longanimidad y verdad" 22. Consciente de la fidelidad divina a los suyos, pide el salmista le salve de la angustiosa situación actual, jugando con las mismas metáforas que hemos visto al principio del poema (v.16). La misericordia y la piedad son las características del proceder divino con los justos atribulados; por tanto, en el momento de peligro no puede esconder su rostro, abandonándolos, porque sería contradecir a sus promesas de protección 23. Con toda confianza, pues, le pide el justo atribulado que redima su alma, es decir, que salve su vida en peligro (v.19).

Nadie como el propio Dios conoce la situación de oprobio en que se encuentra en medio de sus opresores. 21 El oprobio me destroza el corazón y desfallezco; esperé que alguien se compadeciese, y no hubo nadie; alguien que me consolase, y no lo hallé. 22 Diéronme a comer veneno, y en mi sed me dieron a beber vinagre. 23Sea para ellos su mesa lazo, y tropiezo para sus amigos2424Oscurézcanse sus ojos y no vean, y que sus lomos vacilen siempre, 25 Derrama sobre ellos tu ira; alcáncelos el furor de tu cólera; 26 asoladas sean sus moradas, y no haya quien habite sus tiendas. 27 Porque persiguieron al que tú habías herido y acrecentaron el dolor del que tú llagaste. 2S Añade esta iniquidad a sus iniquidades, y no tengan parte en tu justicia. 29Que sean borrados del libro de la vida y no sean inscritos con los justos. La situación del paciente es desesperada, ya que no encuentra consuelo alguno entre sus familiares.

Estos, en vez de curar su llaga espiritual, han aumentado su dolor, como al enfermo que, en vez de darle medicinas, le han propinado veneno, o como al sediento que, en vez de agua, le han ofrecido vinagre 25. Este v.22 es citado por los evangelistas a propósito de la bebida ofrecida por los soldados romanos a Jesús en la cruz 26. El salmista paciente es el tipo de Cristo doliente en el Calvario; no obstante, no se deduce de estas analogías de palabras y de situaciones un mesianismo directo en el salmo, ya que las imprecaciones que siguen son ininteligibles en boca de Jesús, que perdonó a sus enemigos. Indignado por el trato que recibe, el salmista desea los mayores males para los que injustamente le tratan: que su mesa, lejos de proporcionarles alegría y placer, les sea ocasión de caer en manos de los enemigos (v.23). Las imprecaciones son rudas y explicables sólo en la mentalidad primaria de las gentes del A.T. Aún no había sido proclamada la doctrina del perdón de los enemigos, y por eso la moralidad de los espíritus del A.T. estaba muy lejos del ideal de fraternidad del Evangelio. Los enemigos del salmista tienen doble culpabilidad, porque, viéndole herido por Dios — postrado en el lecho del dolor —, lejos de compadecerse, han acumulado calamidades sobre él (v.27). Esta es una nueva iniquidad, que debe ser tenida en cuenta con las anteriores para que no tengan acceso a la justicia divina, es decir, a sus designios salvadores, puesto que justicia en el A.T. no pocas veces es sinónimo de "salvación" 27. 

Dios tiene escritos los destinos de cada uno y tiene inscritos en el libro de la vida a los que están destinados a sobrevivir, es decir, a los justos, objeto de su beneplácito 28. Todos los otros están destinados a la muerte: es el deseo del justo atribulado en momentos de desahogo psicológico y llevado de una noción de justicia muy a lo humano (v.29). El ideal evangélico tendrá muchos reparos que oponer a estos desahogos desconsolados, pero no exijamos la perfección evangélica a almas que vivían todavía bajo otro estadio de revelación más imperfecto.

Promesa de acción de gracias (30-37).
30 En verdad que estoy afligido y dolorido; sosténgame, ¡oh Dios! tu ayuda, 31 y cantaré cánticos al nombre de Dios y le ensalzaré con alabanzas. 32 Más gratas a Dios que un becerro, más que un toro de cuernos y uñas. 33 Lo verán los afligidos y se alegrarán, y que viva vuestro corazón, los que buscáis a Dios. 34 Porque oye Yahvé a los indigentes y no desdeña a sus cautivos. 35 Alábenle los cielos y la tierra, los mares y cuanto en ellos se mueve, 36 pues salvará Dios a Sión y reedificará las ciudades de Judá, y habitarán allí y la poseerán. 37 Y la heredará la descendencia de tus siervos, y morarán en ella los que aman su nombre.

El salmista afligido se dirige de nuevo a Dios para que le sostenga, con la certeza de que conseguirá la salvación. Por ello, promete entonar cánticos de acción de gracias públicamente, para que todos sean testigos de la merced conseguida y puedan regocijarse con ellos los justos, pues una vez más se demostrará que Dios no abandona a los que le son fieles. Todas las súplicas de los salmos suelen terminarse por una acción de gracias 29. Los salmistas suelen componer estas piezas deprecatorias después que ha pasado el peligro, y por eso junta las súplicas ardientes con las acciones de gracias. Las alabanzas del alma agradecida son más gratas a Dios que los sacrificios de pingües toros con cuernos y uñas (v.32). El salmista, pobre, no podía ofrecer sacrificios tan costosos de reses ya bien cebadas y desarrolladas 30. Si, además, era levita, su imposibilidad era radical 31.

Pero Dios mira al corazón, y quiere ante todo un corazón compungido y agradecido, y por eso no desdeña la voz de los indigentes (v.34), y mucho menos a sus cautivos, que sufren por él en manos de sus enemigos. Aquí parece que se alude a la cautividad babilónica o a otra de los tiempos de los seléucidas. Como es ley en muchos salmos deprecatorios, el poeta proyecta su caso particular hacia los problemas generales de angustia de la nación; y así, después de invitar a entonar himnos al Señor de la creación, anuncia que Dios restablecerá las ciudades destruidas de Judá para que puedan habitar en ellas los que aman su nombre (v.37). Estas alusiones a la reedificación de las ciudades nos hace pensar en los tiempos calamitosos que siguieron a la cautividad o a los de los tiempos de las guerras de los Macabeos. Los que mantienen la autenticidad davídica suponen que estos versos son adiciones posteriores alusivas a la nueva situación postexílica.

  1 J. Calés, o.c., I p.664. — 2 Cf, Rom 11:9-10; véase EB 344. — 3 Cf. Jer 11:18s; 12:1s; 15:103. — 4 Véase E. Podechard, o.c., I 304. — 5 Cf. Jn 15:25; 2:17; 19:285; Mt 27:34.48. — 6 Sobre el sentido de los diversos títulos véase com. a Sal 4:1; 45:1. — 7 Cf. Is 8:8; Sal 18:5-6.17; 40:3; 42:8; Lam 3:54. — 8 Cf. Núm 16:30; Sal 63:10; Job 26:5. — 9 Cf. Job 38:16-17.  10 Cf. Jon 2.4:6-7; Sal 17:5.16; 144:7.  11 Cf. Jer 4:10.18; Jon 2:5. — 12 Cf. Sal 18:7; 102:3; 131:1. — 13 Cf. Sal 22:1.14; 6:6; Jer 45:3; Sal 119:81.122; Lam 2:11; 4:17. — 14 Cf. Ex 21:37; 2Sam 12:6. — 15 El pecado es llamado estulticia en Sal 38:4; 68:20. — 16 Cf. Jer 15:15; Sal 44:14. — 17 Cf. Sal 35:24-26.  18 Cf. Sal 38:10; Job 19:133; Jer 12:6.  19 Cf. Jn 2:17. — 20 Rom 15:3. — 21 Cf. Sal 9:13; Jer 17:10s; Lam 3:14; Job 30,9; Ts 5:11.12.22; Am6:43. — 22 Cf. Ex 34:6.  23 Cf. Sal 25:15; 119:131. — 24 El TMM para los que están en seguridad"; con un ligero cambio de letras tenemos nuestra traducción, El Targum lee: "y sus sacrificios pacíficos," lo que también da sentido en el contexto. — 25 Cf. Lam 3:15. propiamente una planta venenosa del tipo de la cicuta. Aquí ¡?e loma en sentido metafórico (cf. Jer 8:14; 9:15; 23:15) — 26 Cf. Mt 27:48; Lc 23:36; Jn 19:26. — 27 Cf. Sal 5:7; 71:1.14-18.24. — 28 Cf. Ex 32:32; Is 4:3; Dan 12:1. — 29 Cf. Sal 40,10; 51:17- — 30 Cf. Sam 1:24; Virgilio, Égloga III; Eneida IX; Juvenal, Sátira XII. — 31 Cf. Dt 12:13; 14:27; 16:11; 26:11; 1 Par 23:30-31.




SALMO 068
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